Bienvenido a la máquina


Estuvimos analizando la compra de una máquina de tejer con la Genia Tejedora. Al final había más opciones que la desolación de las primeras búsquedas tras las cuales no habíamos encontrado casi nada. Pero tras insistir con las búsquedas se desplegaron muchas alternativas y tuvimos que elegir: comprar máquinas nuevas (que aseguran el funcionamiento pero son caras y de calidades incomprobables en particular las de origen chino), comprar máquinas refaccionadas a particulares (mucho más baratas y con garantía de funcionamiento pero antiguas), máquinas usadas en diverso estado a través de Mercado Libre (imposible estar seguro de lo que uno recibirá).

Como apareció una usada muy barata aparentemente en buen estado y en nuestra ciudad decidimos arriesgarnos. Traía sus accesorios originales y además dos agujereadoras manuales de tarjetas. La fuimos a ver, el vendedor nos trató muy bien, nos mostró la máquina en su caja original (que estaba como se veía en las fotos de su publicación) y nos contó su historia: había pertenecido a su suegra, a ningún heredero le interesaba usarla y hacía 10 años que estaba oculta en un rincón. Prefería venderla y que alguien la aprovechara, y ese alguien venimos a ser nosotros. El estado general era bueno a muy bueno.

Caja

Una vez en casa desparramamos la máquina y sus accesorios en el suelo. Llevaba años sin una limpieza así que al tacto no ofrecía la mejor de las experiencias y en algunas partes lucía los efectos de la humedad. De hecho me empecé a desanimar cuando noté herrumbre en regiones que no había visto. Después de un rato me di cuenta de que las agujas estaban medio pegadas y costaba que se abrieran las lenguetas. Las fotos salieron medio movidas con el celular bajo la amarillenta luz del living y mi pulso descontrolado.

Unboxing

Empecé a limpiarla pero era obvio que iba a necesitar ir más a fondo que pasarle un trapito húmedo. Las partes herrumbradas resaltaban más a medida que se realzaba el contraste con las zonas alcanzadas por el alcohol y la lavandina. Y a muchos lugares no podría llegar sin emprender el desarme no nuclear. Agarré el destornillador y me puse a ver si los tornillos se podían aflojar.

Tornillos oxidados

Los tornillos fueron saliendo y el problema fue que me empecé a entusiasmar, así que la limpieza llegó lejos. No les recomiendo usar virulana (lana de acero) porque libera muchos residuos que se terminan pegando por todos lados. Las agujas pasaron una noche en kerosene y luego las limpiamos una por una. Otra de las partes fieras fue la tira de gomaespuma que corre sobre las agujas. Estaba fragil, marrón y toda pegajosa, algo predecible en el mundo de las viejas máquinas de tejer, la cambiamos por un burlete autoadhesivo y quedó lindo pero parece que no va a durar mucho porque es demasiado blando.

Vamos directamente al epílogo. La máquina quedó espectacular a la vista, y tejimos nuestras primeras muestras con éxito. No tenemos ninguna mesa en la cual se puedan agarrar los sargentos que sostienen la máquina en su lugar, así que tuvimos que improvisar con unas sillas y una madera. Les dejo algunas fotos. Hasta la próxima.

Soporte y vista general

Mesa sillesca. Carro y muestras.

Un acercamiento y las primeras 3 muestras, la más chiquita en azul es muy angosta y se enrolla sobre sí misma.

Detalle del carro y las muestras

Una vista frontal del carro, el contador y la lectora.

Accesorios

Los accesorios tras una ducha a fondo.

Las perforadoras estaban impecables