Aborto y reglas para un debate
En diez días el Senado votará el Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, que ya fue aprobado por la Cámara de Diputados. Las numerosísimas exposiciones y el debate captaron la atención de miles de ciudadanos y eso lo vemos reflejado en la masiva discusión pública que tiene lugar en las redes sociales. Pocas veces en mi vida recuerdo haber estado tan pendiente de un debate televisivo: el del Beagle, cuando yo tenía 8 o 9 años, del que recuerdo los hipnóticos anteojos y mostacho de Dante Caputo, y la frase "es pura cháchara" del viejo Saadi, y ahora éste, en el que miro la sucesión de exposiciones y bastante seguido me sorprendo con discursos que oxigenan mi decaido entusiasmo por la política. No solo eso, también la exposición indiscriminada a variados discursos me regalaron la oportunidad de festejar por anticipado los memes que vendrán, tras declaraciones que se inscriben en la fecunda tradición de reverenciados autores como Pipo Cipolatti, Roberto Gomez Bolaño, Moria Casán, Ricardo Fort y Vicky Xipolitakis.
(Cuando escuchaba el discurso de Regidor Belledone pensaba en los memes por venir. ¡Defendamos siempre al meme no nacido! Nunca renunciemos a él. Está científicamente comprobado que un meme en potencia tiene la misma carga genética que un meme. Después de todo un meme es un gen. ¡Luchemos por la vida de los memes por nacer y por Regidor del Zapucay!)
El rechazo al proyecto de ley está exclusivamente sostenido por razones religiosas: los partidarios de Dios aducen que existe una persona desde que un óvulo fecundado se fija en el útero (al menos hablan de la concepción y no de la fecundación, con lo cual parecen adjudicar la condición de persona al momento del establecimiento de un vínculo mecánico del óvulo fecundado con el organo materno, privando de serhumanidad al embrión sin implantar). Este argumento es el nucleo racional de su discurso y es simultaneamente una mera opinión. Hay muchos otros argumentos de igual o mejor validez para definir el inicio de la existencia de una persona y por ende, su derecho a la vida, de modo tal que sería absurdo elegir este dogma particular para fundamentar una ley que regula las decisiones de todos los que no profesamos esa fe.
El debate resulta también de interés para pensar dificultades técnicas asociadas a este modo de tomar decisiones colectivas. Por ejemplo: ¿cuántos argumentos puede haber a favor y en contra de este proyecto de ley? Se mencionaron estadísticas, hechos científicos, creencias religiosas, experiencias personales, eventos históricos, mitos, reflexiones filosóficas, expresiones del sentido común, etc. Se necesitaron muchos discursos para darle lugar a tanta información. El tema es que la repetición fue imposible de evitar, y si hubiésemos estado obligados a escuchar todo de todos (como los legisladores que cuentan con una paciencia de acero inoxidable o un salario que justifica tal enfermiza conducta), quizás terminábamos por desear viajar al pasado para suicidarnos antes de ser personas, quizás durante nuestra existencia como persona trifásica por nacer, en aquel momento en que eramos simultaneamente espermatozoide y óvulo y espiritu santurrón de 380V de salvaje voltaje y pura potencia PMPO.
Mi interés no está en promover la eficiencia y evitar la repetición infinita. De hecho la repetición puede ser que sirva para permitir el ingreso de algún argumento que somos reacios a considerar sólo por la falta de familiaridad que tenemos con el mismo. Lo que sí estaría bueno sería un sistema de valoración de la fundamentación propuesta. Por ejemplo, una vez avanzado el debate, si alguien insiste con que las muertes por aborto son escasas, una luz roja intermitente acompañada de una sirena interrumpiría al expositor. Simultaneamente un locutor enunciaría: "como el aborto es actualmente clandestino, las cifras oficiales de mortalidad materna por esta causa adolecen de un error sistemático que puede llegar a ser elevado. La cantidad real de muertes maternas por abortos clandestinos es desconocida, por lo cual el argumento carece de fortaleza como para continuar repitiéndolo. Solicitamos al expositor que reconsidere sus afirmaciones, e instamos a los legisladores a desestimarlo".
Otro argumento para la tarjeta roja es el del sufrimiento que el aborto ocasiona a la mujer que se lo practica, y el arrepentimiento que causa. Es una razón tan endeble que queda anulado por el testimonio de una sola mujer que reconozca haberse practido un aborto sin haber sufrido secuelas psicológicas negativas, testimonio que efectivamente hemos escuchado. Por otro lado, el modo en que vivimos nuestras experiencias siempre están mediadas por nuestros valores, cultura, constitución psicológica, entorno... De modo tal que no hay una única manera de atravesar la experiencia del aborto y hay herramientas para minimizar sus efectos negativos.
Si alguien intenta repetir que el aborto es el asesinato de una persona, la voz en off recordaría al recinto que la definición de persona es justamente parte de lo que está en discusión, y que no se puede otorgarle validez absoluta a una opinión personal, por lo que sugeriría que todas las afimaciones en este sentido vayan precedidas de fórmulas del lenguaje tales como: "desde mi punto de vista...", "yo entiendo que no hay certeza pero igual quiero contar que de acuerdo a mi sagrado ser interior...", "según la santa inquisición y una serie de libros con ficciones que me encantan...", etc.
Finalmente dejo un tema para discutir proximamente. Sabemos que la democracia requiere ciertas condiciones para su buen funcionamiento, principalmente que los ciudadanos sean educados, que puedan utilizar la razón para fundamentar sus ideas, que no estén sometidos por su propia ignorancia a actuar en contra de su bienestar o condicionados por el poder que otros tienen sobre sus vidas. ¿Tendríamos que dejar que las cosas sigan como hasta ahora y sólo modificar el nombre de nuestro sistema de gobierno actual? ¿La crítica a la democracia actual me convierte en partidario del voto calificado? Eso lo veremos en un próximo capítulo. Continuará... Pero mientras tanto, a dúo con el fetito de gafas clamamos desde la piscina del Persona Resort: ¡que sea ley!