El lado femenino de la Fuerza


Asistimos al desarrollo exponencial del movimiento de mujeres, que impulsa la igualdad de género en los derechos y en los hechos, el fin de la violencia especialmente dirigida hacia ellas y el aborto legal. Es el movimiento político contemporáneo de mayor magnitud, sucesor del movimiento piquetero como protagonista de décadas pasadas, y mucho más interesante que el vaivén partidario de la Argentina. Las izquierdas, pequeñas pero crecientes, participan activamente del movimiento de mujeres y ojalá ocurra la cadena lógica de hechos que nos lleve de la mecha antipatriarcal a la explosión en un anticapitalismo de masas.

Más que sumar muy poco a la difusión de los feminismos y sus discusiones (sobre todo por mi ignorancia) quiero traer la atención a un aspecto del empoderamiento de la mujer que quizás critiquen como una observación demasiado lineal: la fuerza en el ambiente deportivo ya no es un capital exclusivo de la masculinidad, debido a la participación creciente de las mujeres en deportes caracterizados por el desarrollo muscular (fuera del dominio de la fuerza, pasa lo mismo en el resto de los deportes, como en el futbol y el ajedrez). Mujeres jóvenes y no tan jóvenes están rompiendo los límites de la femineidad enfermiza que les asignaba a sus músculos el adjetivo de "tonificados" como máxima expresión de desarrollo admisible.

Malvina Verón

Las masculinidades atrofiadas por el patriarcado perciben a las mujeres fuertes como machonas (también varoneras en el viejo diccionario de mi niñez). La fortaleza de una mujer entrenada pone en alerta a muchos hombres que probablemente se lamentan por encontrar cuestionada su dominación. Quienes nos queremos sacar de encima los mandatos de la sociedad desigualitaria admiramos a las mujeres que levantan pesos y desafían sus límites. Tenemos ejemplos cercanos, nuestra vecina de Santo Tomé, Malvina Soledad Verón (en la imagen de arriba) es una pesista extraordinaria que siendo juvenil y amateur resucitó las medallas en la halterofilia para nuestro país (las anteriores las trajo Humberto Salvetti en la década del 50). Siguen sus pasos Johana Palacios, Sasha Nievas (en la imagen de abajo, ayudando a una compañera), Soledad Santillán, Abril De Candido, entre muchas otras.

Sasha Nievas

Por carriles paralelos a la disciplina olímpica transcurren otras mujeres entrenando en levantamiento de potencia (powerlifting) y crossfit (donde las pesas no son la actividad exclusiva, pero sí forman parte del currículum). Alejándonos de este dominio podemos ver un fenómeno semejante en otros deportes, tradicionalmente de hombres, como las disciplinas de contacto (artes marciales, boxeo, lucha, etc).

El desarrollo de la fuerza física permite a la deportista y a su entorno advertir que están preparadas para superar desafíos de magnitud. Quien no entrena desconoce las posibilidades de su cuerpo. Experimentar la posibilidad de levantar repetidamente dos o tres veces su propio peso, sin sufrir lesiones, se traduce en una transfusión de confianza, y probablemente se experimente como un sólido argumento para creer que se pueden lograr objetivos impresionantes invirtiendo suficiente disciplina.

Interludio. Hace poco me crucé una especie de meme que sólo contenía este texto: "Empresa comprometida con la igualdad de género busca cuatro mujeres para descargar ocho camiones de cemento" (extraña afición por los múltiplos de 4). Supongo que su autor y difusores desprecian el igualitarismo señalando la diferencia física entre hombres y mujeres. Aquellos que visten de rosado a sus hijas y las preparan para una vida de cocineras sometidas se entusiasman demostrando matemáticamente la desigualdad de género. Sin embargo, aún multiplicando por cuatro la capacidad física del sujeto en cuyo perfil encontré el meme, resulta insuficiente para que tal alfeñique con su déficit de masa muscular pueda descargar la cuarta parte del camión más pequeño. Por otra parte, desprecian el efecto que tiene "hombrear", sin ergonomía alguna, bolsas de 50 kg sobre la columna vertebral, actividad que lesiona la salud de los laburantes, sean mujeres u hombres (el punto de vista machista coincide con el de explotador). Y si no me creen que levantar ese peso le hace mal a cualquiera, existe nueva reglamentación que limita las bolsas a un máximo de 25 kg, para que nadie sea sometidos a tal insalubridad.

Maddy Forberg nació en 1997, cerca de Chicago en USA. Cuenta una dificil historia familiar. Su hermana sufrió un accidente que tuvo como consecuencia una lesión cerebral traumática y reconoce que pudo haber sido mucho peor para su familia si no hubiesen recibido el prolongado cuidado y apoyo de les enfermeres(*). Ella misma padeció de depresión y trastornos alimentarios. Actualmente estudia enfermería (inpirada a devolver aquello que recibió), ya trabaja con pacientes y en simultaneo desarrolla su carrera deportiva. El entrenamiento le permitió lidiar con esa historia, además de acondicionar su cuerpo de 58 kilogramos de peso para levantar barras cargadas de acero por un total de 170 (casi el triple de su ser). Y su carrera lleva apenas tres años.

Maddy Forberg

Maddy, entre otras cultoras de la fuerza, y su popularidad en las redes sociales, nos ayuda a los testigos de sus logros a imaginarnos más posibilidades sobre nosotros mismos. El empoderamiento feminista nos abarca a los hombres. Además devela lo que la cultura machista oculta en los cuerpos femeninos que modela para la debilidad: que sus cuerpos además de abdómenes planos, brazos enclenques y gluteos globulares disponen de poderosos cuadriceps, latissimus dorsis, deltoides y gastrocnemios. Modifican así la cultura popular, y resquebrajan la estética vigente al generar criterios de belleza alternativos a las figuras escuálidas cómo únicos modelos a seguir (y a las técnicas quirúrgicas como modo de conseguirlos).

Que la Fuerza les acompañe.

(*) qué dificil es traducir "nurse" sin implicar que se trata de enfermeras mujeres, presunción que pretendo desterrar, como pensar en astronautas, choferes y plomeros hombres. Tendríamos que adoptar el quechua para hablar sin género.