Formación Activista - Damián Verzeñassi


Estos son apuntes que tomé en un curso llamado “Formación Activista”.

El lunes 4 de abril de 2022, en el segundo encuentro de la Formación Activista nos encontramos con Damián Verzeñassi, médico e investigador, activista, fundador/titular de la Cátedra de Salud Socioambiental de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario y del Instituto Nacional de Salud Socioambiental. No anoté mucho, sólo algunos puntos que me parecieron más significativos en el momento. Pensé en retornar a la clase grabada para revisarla posteriormente pero sigue pendiente. Acá mis apuntes, no se dónde terminan las palabras de él y dónde empiezan mis agregados:

La vida es posible por la interacción de los elementos: agua, aire, suelo, vida (microbiana, vegetal, animal, etc), etc. Nos necesitamos mutuamente, somos interdependientes.

Damián cuestionó la definición de salud de la Organización Mundial de la Salud, la que dice «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades», porque practicamente no hay nadie capaz de cumplir esas condiciones y por lo tanto nadie está realmente sano con nuestras formas de vida actuales. No recuerdo si en ese momento contó que al ser interrogados por los factores que alteran su salud, un grupo de personas (no recuerdo si fue a través de una encuesta) respondió mayoritariamente que su mayor problema era el acceso a la tierra. Entiendo que es una manera de nombrar la posibilidad de producir alimentos sanos, habitar un entorno en armonía con todas sus partes y sin agentes contaminantes o nocivos, contar con tranquilidad para producir el sustento, es decir todo lo que promueve el bienestar.

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Foto de una nota en Agencia Tierra Nativa: No puede haber cuerpos sanos en territorios enfermos

Actualmente la comida se volvió un bien de consumo, que no necesariamente es un alimento, sino sólo algo comestible, comible. Se busca que la comida sea barata, más que nutritiva y sana, así que se ha vuelto una mercancía que determina las ganancias empresariales (hay un oligopolio de pocas empresas que producen y venden la mayoría de los comestibles, que Soledad Barruti llamaría ultraprocesados, sintetizados a partir de cuatro o cinco materias primas de escaso valor nutricional y un sinfín de aditivos que mediante el control de su sabor y textura artificial, se vuelven adictivos).

Un dato que me parece muy ilustrativo del peligro de haber industrializado la producción agropecuaria es lo que señaló sobre el porcentaje de coincidencia entre el ADN humano y el ADN de los organismos a los cuales se ataca con los agrotóxicos. Ese nivel de coincidencia se encuentra entre un 40% y un 85%, por lo que dada la similitud genómica, lo que les haga mal a ellos, no se puede descartar que tenga efecto nocivo sobre nosotros. De hecho, el modo en que los trabajadores tienen que aplicar la sopa química en el campo implica el uso de trajes casi espaciales, así que inocuos no son.

Los defensores de los agroquímicos dirán que el efecto sobre el consumidor es insignificante por el tiempo que pasa tras la aplicación en terreno y la degradación/dilución de estos químicos. Sin embargo sabemos que se detecta glifosato y otros venenos por todos lados (agua, aire, ropa, alimentos, etc). Todas estas sustancias de síntesis química (que además no se ocupan aisladamente sino en combos que tienen un efecto mortal potenciado por su inter-acción) poseen capacidad de disrupción endócrina, es decir que alteran el sistema hormonal de nuestros cuerpos. Este efecto no tiene un umbral de dosis mínimo, sino que siempre hacen mal. Es lo que denominó “molécula respuesta” (la capacidad de unas pocas moléculas de producir efectos en nuestro cuerpo) versus la “dosis respuesta” (la relación creciente entre la dosis y los efectos que produce esa cantidad de sustancia). Es decir que posiblemente la sola presencia de unas pocas moléculas en nuestros alimentos y entorno nos puede hacer daño, y agregaría que por su ubicuidad, la exposición permanente a los venenos por más que la dosis sea muy baja, puede enfermarnos.

Varias veces se refirió a la complicidad de la universidad y la ciencia (dominante, pero no recuerdo si usó esta palabra) con el impulso de estos sistemas de producción nocivos para la vida. La universidad es funcional a la idea de que un grupo de la población se debe sacrificar para que otros vivan. Hay regiones enteras que son areas de sacrificio, por ejemplo aquellas donde la producción de comida (soja y otros monocultivos, producción a gran escala de distintos animales, etc) resulta en una conjunción de factores enfermantes: uso de agroquímicos, acumulación de desechos que la naturaleza no puede procesar, etc, y en definitiva la conversión de un territorio sano en uno peligroso de habitar. Las universidades se encuentran entonces al servicio de las grandes corporaciones, promueven que el sueño de los estudiantes sea trabajar en una multinacional a cambio de un salario.

La principal fuerza geomórfica (capaz de alterar la geografía del planeta) es la urbanización masiva. No es posible garantizar la provisión de alimentos (entiendo que en estas condiciones, con la mayoría de la población sin acceso a la tierra, habiendo perdido los conocimientos, etc). Acá citó una nota de 1992, pero no anoté cuál (buscar). Por otra parte, las políticas del Banco Mundial (por ende de los países más poderosos) promueven el traslado de las industrias sucias al Tercer Mundo. ¿Tendríamos que direccionar nuestro activismo hacia Europa y USA como modo de acción?

El plástico (que viene del petroleo) pesa lo mismo que la humanidad. Tenemos plásticos hasta en nuestro propio cuerpo, en nuestra propia sangre.

¿Quiénes atienden la salud? ¿Los médicos? Los que producen comida sana.

Tendríamos que ser militantes del decrecimiento u otras propuestas políticas por el estilo.

Recuerdo que a lo largo de la charla Damián se refirió bastante al “productivismo”, esa búsqueda de aumentar la producción sin considerar los efectos. Creo que es otra manera de hablar del capitalismo, aunque yo prefiero no abundar en sinónimos u homónimos, y repetir hasta el hartazgo que nuestros modos de organización económica, productiva y social se llama capitalismo y nos está llevando al colapso total.

En un momento le preguntaron cómo hacer para que nuestro país, que depende de los ingresos del agronegocio, pueda subsistir (o algo así). Respondió que es mentira esa suposición, que no dependemos de la producción de soja porque no comemos soja, sino que se exporta para alimentar el ganado chino (o algo así, todo esto es un recuerdo mentiroso alojado en mi desmemoriado cerebro, no anoté nada) y que aún con esta producción hay hambre y malnutrición en nuestro país, etc. Creo que no dijo mucho más. A mi me parece que sí es cierto que el ingreso de divisas por la exportación de soja y otras commodities mantiene la pobrísima economía argentina en movimiento, a pesar de que esto no asegure la comida y el sustento mínimo de un gran sector de la población que vive en pobrísimas condiciones, así que si bien es cierto lo que dice Damián no responde realmente la pregunta. Yo creo que no hay posibilidad de una producción saludable para el ambiente y la recuperación de la naturaleza y la biodiversidad sin cuestionar el contexto de economía capitalista. Claramente no cierra la ecuación por ningún lado si aceptamos las condiciones de contorno: pago de la deuda externa, necesidad de un crecimiento infinito de bienes y servicios que mantengan la ocupación y el consumo, la lógica del capital gobernando todas las decisiones de los Estados, empresas e individuos, y todo a medida de la cartera del mercado y el bolsillo de las caballerosas clases dominantes. Consecuentemente, tendríamos que hablar de decrecimiento (incluyendo particularmente a los paises que sobre-consumen), socialismo, disminución de la población mundial, cambio rotundo de modos de vida, más bien una combinación de todo eso junto a otras cosas por el estilo.

Acá hay otra nota en la que debe hablar de todo esto, y tiene la misma foto: El extractivismo no es viable sin subsidio del estado