Israel y Palestina en boca de todos - Parte 04
Parte 04. Empatía con los victimarios y las víctimas.
Me pregunto cómo les puedo pedir capacidad de reflexionar a las personas que sufren los horrores que hemos visto y seguimos viendo. Soy cuidadoso en advertir que el terror impuesto por Hamás al masacrar población civil es imperdonable y busca clausurar las posibilidades de encontrar salidas al conflicto palestino-israelí. Al mismo tiempo, es inaceptable que un estado organizado como Israel actúe como una víctima enceguecida retaliando con bombas sobre una población encerrada en la que conviven personas que no tienen ninguna responsabilidad en esos atentados. Entre los palestinos hay numerosas víctimas pero también hay muchos responsables, algunos son ambas cosas. Lo mismo creo de los israelíes.
Los análisis políticos sobre el derecho a la creación del Estado de Israel me resultan históricamente importantes y políticamente inútiles. ¿Qué significa ser anti-sionista? Podemos estar de acuerdo en que deje de existir un estado confesional de caracter judío, pero si la idea es bombardearlo desde todos lados no cuenten conmigo. Aunque incluya bombardear los estados islámicos no me van a convencer. Y si la idea es que desaparezca por arte de magia, yo emplearía antes la magia para acabar con el estado imperialista de Estados Unidos y el estado imperialista de China y el estado imperialista de Rusia. Aha, me dicen desde el cuerpo de Marines y sus equivalentes sinorusos.
La cantidad de víctimas y el nivel de terror planificado sirven solamente para profundizar el espiral de violencia y muerte. Es negocio sólo para los extremistas que nunca buscaron ningún entendimiento, ni ninguna realización de sus pueblos, al menos no en este lado de la vida, quizás en su paraiso religioso. En este sentido, me parece que para los que estamos lejos y tenemos algo de aire para pensar antes de actuar, no sirve replicar infinitamente las postales del horror, cuando las personas sólo publican los horrores selectivamente, los de una sola de las partes y encuentran exclusivamente en un único sector (los terroristas de hamas / el estado sionista de israel) la responsabilidad de todo lo acontecido, como si no hubiese matices en la historia o puntos de vista que no por contrastantes sean menos ciertos (el binarismo no sirve para explicar la realidad).
No se trata de buscar una paz boba, en la que una parte quede sometida a la otra, condenada al sufrimiento eterno o el holocausto, sin gritos ni quejas. Se trata de encontrar un modo de empezar (o recuperar más bien) el tránsito de una convivencia, en uno, dos o ene estados. No sirve para nada apuntar con el dedo al supuesto culpable y abandonarse al placentero acto de la denuncia que sólo sirve para santificarnos y purificarnos de los males señalados a nosotros mismos. Yo que soy judío, puedo sentir el dolor de los judíos que viven allá, el de las víctimas de los ataques, y al mismo tiempo comprender que los palestinos viven de modo miserable, cercados doblemente y posiblemente aterrorizados por lo peor de sus organizaciones armadas y por el acoso violento del Estado de Israel. Siendo palestino, intuyo que podría sentir de manera análoga, aún sintiéndome desposeido de mis territorios originales.
No veo a los antisionistas condenando las acciones de Hamás, sólo justificándolas. No veo a muchos judíos condenando el ojo por ojo indiscriminado que supone dejar una población sin recursos para luego bombardearla desde el aire. No soy un sujeto singular. En Israel viven y vivieron muchos militantes por la paz, que organizaron acciones con sus pares palestinos. El devenir de la política, la reacción de los extremistas que trabajan en sentido contrario, la eternización del status quo y el empantanamiento de las negociaciones de paz han mermado la confianza de que es posible lograr algo. Por supuesto hablar en abstracto sin considerar las motivaciones económicas y materiales de unas y otras acciones es medio simplón, pero por algún lado hay que empezar. Yo creo que los que vivimos más lejos tenemos que aportar posibilidades para que se puedan volver a soñar los sueños de paz, y para ello trabajar un poco la empatía, tratar de entender los argumentos de las partes e indagar en los mecanismos de reparación que puedan reforzar las posibilidades de atenuar y resolver este conflicto. Nos empeora regodearnos en el sufrimiento. Prometo repartirles knishes y falafel a los que apuesten por otra salida, sin importar las chances.