Ser judio hoy
Hace unos días, con motivo de un intercambio electrónico epistolar con un pariente, quien me preguntaba sobre mi posición actual sobre Israel y la situación en Gaza, y si había cambiado respecto de lo que publiqué en este blog en 2023, decidí poner por escrito lo que pasa por mi cabeza en estos tiempos. Lo hago con un poco de miedo por las repercusiones sobre mis ya escasas relaciones sociales (amistades, familiares), pero me parece saludable afrontar las posibles pérdidas en pos de hacer un mínimo aporte al combate contra las formas modernas de lo que coloquialmente llamamos “fascismo”, extrema derecha, supremacía racial, etc.
Tuve que leer lo que había escrito (los últimos dos de aquellos siete posteos, a quién se le ocurre escribir tanto sobre el mismo tema), y estoy bastante de acuerdo con mi yo del pasado.
¿Qué puedo agregar? Que no encuentro ninguna justificación razonable para la continuidad de la acción vengativa del Estado de Israel en Gaza, que es el único “contendiente” que tiene un ejército “regular” en ese conflicto, capaz de controlar ese territorio, sus entradas y salidas.
Antes pensaba que “genocidio” significaba el exterminio masivo de millones de individuos, y que asesinar apenas 60 mil personas es meramente una enorme masacre sangrienta. Según la Convención sobre el genocidio de Naciones Unidas el mismo se define como cualquiera de los cinco actos «perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso». Estos cinco actos son:
- matar a miembros del grupo
- causarles graves daños físicos o mentales
- imponer condiciones de vida destinadas a destruir al grupo
- impedir los nacimientos y trasladar por la fuerza a los niños fuera del grupo
- Las víctimas son elegidas por su pertenencia real o percibida a un grupo, no al azar
Ojalá que pronto haya juicios en cortes internacionales que puedan probar si se trata de un genocidio o sólo del asesinato de un número exorbitante de víctimas civiles palestinas, con millones de personas que viven en condiciones penosas, con toda su infraestructura colapsada, sin acceso seguro a alimentos y servicios de salud, así los lectores de este blog no están tan pendientes de mi juicio personal sobre el asunto.
Además, por favor, les solicito a los miembros de mi colectividad que en los comentarios no apelen a esto de que la culpa es de “los terroristas que usan escudos humanos”, porque en definitiva el que aprieta el gatillo tiene la opción de no apretarlo y encontrar formas alternativas de recuperar a sus ciudadanos secuestrados.
Sí comparto con la ciudadanía israelí, y con muchos judíos de otros lugares, lo que dicen sobre la asimetría respecto del tratamiento de las noticias de ese origen, tanto en los medios de comunicación como en las prensas de los partidos de izquierda, en los que es ínfimo, comparativamente, el abordaje sobre otras crisis humanitarias simultaneas: ahora mismo hay conflictos, guerras, ataques en otros lugares donde ciertas naciones y grupos subyugan, maltratan, asesinan y matan de hambre a otros, aunque sin presencia generalizada de sionistas en las inmediaciones. Da la impresión que el judaismo atrae pasiones encarnadas en lo más profundo del ser; uno podría sospechar que hay un florecimiento del antijudaismo aprovechando la volteada primavera. A mi la verdad me pasa lo mismo, me interesa mucho más lo que sucede en Israel y Palestina que las noticias sobre Yemen, Siria, Myanmar, Haití, Sudán, etc. Tengo la excusa de que, al menos hasta ahora, soy parte de uno de los grupos en conflicto.
Todo esto igual es una introducción a otra cuestión que actualmente me sorprende que se me ocurra seriamente: ¿me sigo identificando como judío y por qué? ¿qué hay de cierto en el chiste de ser anarco-sionista? ¿qué significa ser judío? ¿no soy más judío ni sionista? ¿Por qué me puse a pensar en esto?
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Un ex-compañero de la Escuela Hebrea “Martin Buber” de Paraná (a la cual asistí en paralelo con la escuela “castellana” de 1ro a 5to grado, todas las tardes, hasta que logré abandonar pese al deseo de mis padres) me informó por las redes sociales que perdió el afecto que me tenía (¿?), y se despidió recordándome que el holocausto terminó también con personas que ya se habían asimilado y no se consideraban parte del pueblo judío. La cuestión que me interesa es dilucidar mi identidad o al menos clarificar si mi pertenencia popular es voluntaria o no.
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Parece que el judaismo es más amplio que el peronismo, y esto implica que todo sea judaismo y nada lo sea (¿soy judío de Perón, de Menem, de Nestor, de Massa, de Cooke, de Insaurralde?). Centralmente pensaba que los judíos eramos el “pueblo del libro” en un sentido amplio, como si el libro no fuese un volumen sagrado sino la literatura completa, más aún, una forma de cultura compartida en la que el humanismo es un ingrediente principal. Pero descubro lo obvio: hay un montón de judíos que defienden masacres, reivindican derechos bíblicos, justifican crueldades, todo firmado con “un cordial Shalom”. Esto me recuerda que un profe de guitarra una vez me hizo notar que en el Antiguo Testamento el pueblo judío estuvo habilitado por su dios a arrasar con otros pueblos, descubrimiento que inició el resquebrajamiento del ideal formado acerca de lo bueno que éramos.
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El mito fundacional del judaismo (en mi mente) es la de un pueblo humanista, constituido por personas injustamente perseguidas, capaces de sobrevivir frente a condiciones adversas en búsqueda infinita de paz y prosperidad. Pero la materialidad de lo que logra nuestra organización política judía, la “única democracia de Medio Oriente” te rompe toda la fantasía.
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Abro elDiarioAR y leo una nota sobre economía argentina, con una foto de la kipah de Elsztain en primer plano. ¿Qué me identifica con esta clase de tipos? En un canal de YouTube, con entrevistas a israelíes y palestinos de a pie, un judío religioso antisionista responde que cuando venga el Mesías los gentiles serán esclavos. Milei aspira a ser judío. ¿Cómo que no hay motivos para alarmarse?
Bueno, que se yo, tendré que seguir pensando. Es lo más cinematográfico que voy a estar de pertenecer a una mafia de la cual no puedo salir.