Una noche de enero con el Relámpago Verde


Recuento y llegada

Es la tercera vez que voy a ver una proyección del Relámpago Verde. La primera fue “Vanishing Point” (Punto de Fuga), un viaje de rarezas y alegorías que se puede ver sin profundidad pero que con sus personajes tan singulares y alguna mitad cerebral despierta puede provocar un aluvión de interpretaciones psicoactivas. La segunda fue "Phantom of Paradise" (El Fantasma del Paraíso), una muy rara biografía de un más extraño compositor del que se aprovecha un productor que pacta con el diablo, dirigida en los 70s por Brian DePalma. Hoy, en la terraza del Club Español, vi "Summer of '42" (Verano del 42), historia sencilla, también de los setentas, que narra la iniciación amorosa de un adolescente y que de haber sido filmada inexpertamente podría formar parte de sagas de dudoso buen gusto.

Un requisito indispensable para disfrutar del cine es dejarse hamacar, y suspender el escepticismo. No siempre me sucede. Hoy mi estado de ánimo fue ideal tras una siesta tardía que me recuperó del cansancio. Tras despertarme no perdí la ensoñación que me acompañó hasta la terraza del Club Español; llegué algunos minutos después del horario de inicio, y los títulos ya habían empezado a rodar. Mis amigos Fran y JuliVé me interceptaron cuando mis ojos aún no se habían adaptado a la oscuridad y me proveyeron inmediatamente de una rubia que me dejó sabor amargo en la boca. Gracias. Deambulé poco y conseguí asiento.

Detalles

Debo hacer una mención especial al clima, un aire naturalmente acondicionado que tras el calor de la tarde me potenció para disfrutar desde el fondo de la sala-patio. Sentado en la última fila veía una postal de siluetas negras recortadas contra la luz del rostro de Jennifer O'Neill.

Inserte las siluetas con su imaginación, porque mis fotos no le hacen honor a esta sonrisa

Por suerte el Relámpago, más allá de sufrir la incontinencia de un antivirus chamuyero y la intromisión de la barra inferior del Windows Seven (mi mayor reclamo es que el Relámpago instale Linux), ofrece una pantalla y un sonido dignos, disponibilidad técnica imprescindible para no arruinar la experiencia. Hubo muchas risas, incluso en momentos de tensión dramática, el público se identifica, se relaja o se tensiona, no se, y se realimenta; yo también me encontré riendo frente a escenas que si hubiese visto en casa no me arrancarían ninguna carcajada. Es diferente ver cine con público, otro día me detendré sobre esto. Insisto en la imagen de las siluetas recortadas contra la pantalla, en general con inclinaciones de 20 a 40 grados, indicando así el estado de involucramiento con el rostro y el corpiño puntiagudo de Dorothy.

Una trama ahí

Tres amigos pasan el verano en una isla durante la segunda guerra mundial, que transcurre muy lejos pero que tiene un efecto directo sobre sus vidas porque la mujer que espían despide a su pareja que viaja al frente de batalla. ¿Puede realmente pasar algo más que una conversación nimia entre esta bella mujer sola y un joven que quizás llega a los 15 años? Ante la falta de internet, los muchachos sustraen de la biblioteca de uno de ellos un libro con fotos de donde resumen un instructivo con los pasos a seguir durante el encuentro sexual. La película está contada por varones heterosexuales y parece hecha sólo para este público. Es difícil no reírse en la escena de la farmacia, identificados con el protagonista que sufre para comprar forros mientras el amigo lo espera afuera. Adelantada la película, una noche Hermie golpea en la casa de Dorothy y nadie lo atiende. Se aventura y encuentra un telegrama donde informan de la muerte del combatiente.

Si sigo en Paraná, la semana que viene espero verme de vuelta allí, en este ciclo de Amores de Verano. Me convoca la sencillez de la iniciativa, la falta de presuntuosidad. La sobremesa (¿cómo se le llama al momento post-proyección?) también justifica el viaje hasta esa terraza, sobre todo si tenés la suerte de escuchar alguna de las historias magníficamente relatadas por el gran Franco Ge. Y si no conocés a nadie, te podés quedar contemplando a los asistentes, hipnotizado con más siluetas, algunas ya de frente y con facciones más definidas, que cuentan historias que la mente de uno puede dirigir magistralmente o arruinar para la posteridad.

Posdata

Me acordé, fui una cuarta vez, para "On the road" (En el camino), otra road-movie con iniciaciones y poesía. Eligen buenas pelis los muchachos.

En mis ojos se veía mejor