Modos de arruinar la educación superior (Parte II)


Recuento acerca de la insatisfacción por la enseñanza en la universidad (Parte II).

Hola, les agradezco las respuestas, realmente, y no me niego al encuentro para discutir estas preocupaciones compartidas. Mientras esperamos el acontecimiento (roguemos a Odín que incluya cerveza negra) quiero continuar –quizás me repita un poco–, resaltando que lo importante no es mi estado de ánimo sino el intercambio de perspectivas y propuestas de acción (por ejemplo: que los funcionarios cobren de acuerdo con su cargo docente, que se condensen las dedicaciones parciales y simples en dedicaciones exclusivas, que el salario permita comprar una vivienda en un tiempo razonable, etc). Lo mío es escribir consignas y panfletos, pero quizás no sea del todo inútil (tanto yo como esta acción). Al menos este ejercicio sirve para tener letra al alcance de la mano en caso de que se nos interponga alguna Asamblea en un futuro cercano (es una ironía para conmigo mismo), aunque como es de público conocimiento las Asambleas ya no son tan respetadas.

Como me han señalado, soy conciente de la interdependencia de la escuela y del sistema de producción capitalista (también en su versión "con inclusión social y revolución sustitutiva de cosechadoras importadas"), así que saberlo aporta a la falta de expectativas respecto a la posibilidad de cambios educativos significativos. Durante esta guerra de posiciones con que la izquierda monsantista encarnada en Filmus y Barañao enfrenta a las corporaciones, es incluso posible que nos informen que vamos ganando, que el presupuesto educativo no para de crecer y que las netbooks son garrochas contra la Brecha Digital. (Yo estaría dispuesto a encauzar mis ánimos revolucionarios en un debate respetuoso con posiciones reformistas si el interlocutor fuese honesto, algo que el kirchnerismo con su manipulación del lenguaje vuelve inviable.)

En estos días Conadu, además de producir verguenza ajena por su condición de agrupación kirchnerista, negocia el convenio colectivo de trabajo (y quizás la personería de la CTA que en estos 10 años Tomada no tuvo tiempo de otorgar dado que estuvo ocupado conversando con Pedraza por celular) . Allí se establecen las jerarquías docentes, las dedicaciones y el nomenclador (4 : 3 : 2 : 1 para exclusiva : completa : parcial : simple, y una escala de 180% | 160% | 140% | 120% | 100% | 80% para el titular | asociado | adjunto | profesor de tp | profesor auxiliar | auxiliar alumno). No conozco los fundamentos históricos de este reclamo (que es muy parecido a las condiciones de cargos y dedicaciones actuales) así que puedo estar diciendo una burrada, pero para mi esas jerarquías no promueven un mejor sistema educativo sino que arman una pirámide con gerentes, capataces y trabajadores rasos.

Esto es medio inconexo, pero es un mail, no un paper. Entre las cosas que están como aceptadas en el imaginario docente está la cuestión de que realizar tareas de investigación/extensión nos aparta de "la escuelita y el enseñadero". Mi impresión es que la condición de "investigadores" no necesariamente redunda en una mejor experiencia educativa. De hecho, pienso que para muchos docentes esta condición empeora sus tareas, dado que generalmente desconocen y no están interesados en aspectos filosóficos o técnicos específicos de la educación, justamente porque están ocupados en otra cosa (¿construirse el currículum?) y se dedican a replicar modelos educativos que no están dispuestos a repensar. Se me podrá objetar que al menos en la Facultad de Ingeniería hay análisis colectivo de planificaciones, reuniones departamentales, gabinetes psicopedagógicos. Replicaré: no se nota, y eso que me consta la preocupación y esmero de algunos integrantes de esos espacios.

Ser investigador (o extensionista, ¿existe la palabra?) no es el único modo de ser un desastre: hay profesores inmunes a los cursos de formación docente, por ejemplo aquellos fanáticos que con el multiple-choice se aseguran de que la mercancía "estudiante" alcanzó el estándar de calidad requerido al final de su linea de montaje-enseñanza, y que en su CV pueden llegar a acreditar horas en contacto íntimo con partes de Piaget y Vygotsky. ¿Qué se puede hacer cuando hay malos profesores? ¿Podríamos tener una posición gremial al respecto? ¿Qué opciones ofrecemos a los estudiantes para saltearse esas experiencias con el menor dolor posible mientras logramos que ese sujeto deponga su ineptitud, frustración, deseo de venganza, mediocridad? Yo estoy dando por supuesto que es posible identificar a los malos profesores pero claro que es difícil realizar una valoración imparcial. ¿Cómo se afrontan estos inconvenientes en sistemas educativos más exitosos que el nuestro? ¿Hay modelos educativos exitosos? Estoy leyendo sobre Finlandia, me parece que sí.

A mi se me ocurre que parte de ese problema puede ser resuelto si se modifica el currículum fijo y se vuelve optativa la mayoría de las asignaturas de una carrera (exigiendo un número mínimo de créditos) y por otra parte, tomándose seriamente la posibilidad de organizar cátedras paralelas, una entelequia (en el sentido de cosa irreal) de la que sólo encontré mención en textos herrumbrándose. Estas dos propuestas sirven para mucho más que para solventar el flagelo de la impericia. Todos estos puntos requieren discusiones, fundamentaciones, problematizaciones, aperturas. ¿En qué espacios podrían alojarse estos debates?

Justo sonó el timbre y me toca salir al recreo. Saludos!

Diego (Efe para lxs amigxs)