Modos de arruinar la educación superior (Parte I)


Recuento acerca de la insatisfacción por la enseñanza en la universidad (Parte I). (Esto fue un mail al foro UNER Debate, tendría que incluir todas las respuestas...)

Hola. Me resulta raro escribir después de tanto tiempo. En vez de convocar a construcciones gremiales postergadas o entretenerme con las ruinas del kirchnerismo y sus espejismos para feligreses, tenía ganas de compartir algunas ideas que me rondan acerca del trabajo docente, que estoy próximo a suspender.

En primer lugar quiero manifestar la falta de satisfacción que siento por el ejercicio de la profesión docente (doy pie para hacer chistes, háganlos por favor). En síntesis es como si mis esfuerzos, en vez de colaborar en la formación integral de las personas que estudian bioingeniería, a quienes me gustaría acompañar en un proceso de comprensión del mundo y de sí mismos, en realidad sirven para fortalecer lo peor del sistema: la familiarización boba y acrítica con contenidos de tecnologías y ciencias (que servirá para sostener el mercado de trabajo, es decir el sistema de desigualdad), el acrecentamiento de su real ignorancia, el empobrecimiento cultural y la falta de utopías, todo con la excusa de distintas carencias para ejercer mis tareas.

En vez de ahondar en la desesperación, quiero enumerar una serie de cataplasmas (nada científicamente comprobado, por supuesto):

  1. Cualquier tarea util requiere dedicación para obtener logros significativos. Las dedicaciones parciales y simples son llanamente una porquería. ¿Cómo se puede concentrar alguien en una tarea si su atención está fragmentada en el espacio y en el tiempo? Es un detalle, pero decimos valorar el trabajo colaborativo y, en cambio, por esta situación, es una epopeya encontrar un momento y un espacio común por nuestros trabajos alternativos (que pueden ser dedicaciones parciales y simples en otras asignaturas o instituciones).
  2. La abundancia de jerarquías provoca diferencias irreales. Las resoluciones que cuantifican las obligaciones de unos y otros son patéticas y absurdas, probablemente hayan sido confeccionadas gracias a la inspiración feudal de algunos señores profesores. La pirámide sirve para que haya esclavos a quienes castigar y abismales diferencias salariales, que encima premian de modo exhorbitante el envejecimiento. Yo creo que un docente que recién se inicia debería ganar un buen salario (que le permita un buen vivir), mientras que el profesor más antiguo y pulenta debería recibir "sólo" un 50% a 75% más (actualmente el aux de 1ra sin antiguedad gana de bolsillo $5500 y el titular con máxima antigüedad $17300, esto es aprox un 200% más).
  3. Los funcionarios deberían ser menos (menos ineptos) y ganar lo mismo que si se desempeñaran como profesores. En vez de evaluar la formación en términos administrativistas (número de egresados, cantidad de cursos dictados, índices de permanencia en la facultad, cantidad de reportajes otorgados, etc) deberían renunciar (una hemosa utopía) o por lo menos empezar por admitir que no tienen ni idea acerca de qué implica una buena enseñanza, una buena investigación, un buen funcionamiento institucional, etc. Dejar de manipular datos al estilo Indek-Coneau sería un hermoso acto.
  4. Los procesos de selección del profesorado tienen que cambiar. La profesión docente es poco atractiva para las mejores mentes de nuestra sociedad. Ahora mismo, el atractivo de nuestra profesión puede ser la de un salario mediocre pero estable y seguro (por favor ahorrar la palabra "vocación" para conversaciones cuando se acaba el tema del clima), o la inalcanzabilidad de puestos más deseados, sin embargo las condiciones generales no son atractivas. Los concursos son una elección a dedo disfrazada, dada la insuficiencia intrínseca del procedimiento como tal y la arbitrariedad con que los jurados ejercen su tarea (no necesariamente por "maldad"). Se necesita rediscutir los procesos de acceso y permanencia en la función docente apelando a nuestra inteligencia y a modelos que quizas existen en otros paises. Seguramente sea mejor evaluar grupalmente a un equipo de cátedra, jerarquizar la opinión de los estudiantes y graduados e involucrar a especialistas en educación en estas tareas.
  5. Yo me encuentro repitiendo más o menos las mismas cosas todos los cuatrimestres, y no sólo por una tendencia indeclinable hacia la haraganería. Quizás esto de replicar exposiciones era necesario cuando no existía YouTube. La facilidad de acceso a formatos de almacenamiento y reproducción de imagenes y sonidos permite una mayor libertad para plantear modos de aprendizaje distintos a los tradicionales. Que cada estudiante vea la clase cuando quiera, al ritmo y con las pausas que desee. Tenemos imaginación para plantear espacios de encuentro más significativos: grupos de discusión, tareas de investigación dirigidas, proyectos que requieren revision experta, etc. Obviamente cada disciplina tendrá su modo singular de plantear la enseñanza, pero dejemos de justificar el sueldo repitiendo discursos.
  6. Debemos exigir condiciones de trabajo confortables, cómodas, casi lujosas. Basta de exhibir orgullo por ser capaces de trabajar en condiciones adversas. Queremos la mejor herramienta para cada situación que nos toca atravesar, los mejores laboratorios, los mejores instrumentos. Empobrecemos los resultados si estamos incómodos, con ganas de irnos a usar una internet veloz en casa. Queremos banda ancha, espacios agradables y silenciosos, bibliotecas con amplios horarios, salas de estudio abiertas, medios de transportes no-deshumanizantes (hace unos días viajé a Oro Verde en colectivo en horario pico, cada vez que lo hago me duele menos gastar en combustibles fósiles para ir en auto), etc.

Podría seguir pero ya es cansador. Me llevó mucho tiempo escribir estas tristes líneas y no hay ninguna planilla donde pueda asentar que estoy pensando en mis tareas docentes en un tiempo y lugar no identificables por el reloj en el cual marcamos el inicio y el final de la jornada laboral. Saludos cordiales.

Diego

PD: muy bueno el artículo de Guillermina Seri que envió el prof. Lambruschini hace un tiempo. Debería haber escrito en ese momento, porque ya me olvidé lo que me había propuesto comentar sobre él.