Mientras espero para completar la reparación de la vieja combinada de carpintería llegaron a casa unos muebles que nos toca almacenar por un tiempo. Varios han visto épocas mejores. Para empezar con un trabajo de renovación no tan complicado elegí una mesita bastante enclenque y con un acabado en malas condiciones. Pensé que le había sacado más fotos en su condición inicial, pero sólo encontré esta imagen en la que ya había empezado a raspar la tapa, aunque alcanza para apreciar el estado general:
La tapa, de forma octogonal, se sostenía con cuatro tornillos, sin lograr firmeza. Cedía al empujarla por los lados. Lo que está bueno de la mesa es la forma, las patas tienen una curva en la zona superior y el estante tiene los laterales redondeados en cuatro concavidades. En la imagen no ven sólo la mesa en proceso de desarme, sino el despelote de una mudanza.
Las patas se unían al estante mediante un pequeño triángulo de madera y clavos, sin rastros de encolado. Saqué todos los clavos y los triangulitos se astillaron. Dos patas quedaron con imperfecciones porque le saqué un montón de masilla o resina con la que habían rellenado un nudo, y también por la labor de algunos caninos. Prefiero que el volumen quede irregular a rellenarlo con un material inadecuado y que se note el emparchado. La irregularidad es parte de la materia prima y de la historia de la mesa, así que la dejé así. Sólo lijé para no dejar bordes agudos que puedan producir un corte. Acá se ven dos patas en distintos estadíos de labor.
La remoción del barniz la hice casi completamente con una rasqueta. Fue la primera vez que uso esta herramienta. Después terminé igual con una pasada de la lijadora para completar algunas partes que no quedaron prolijas (supongo que por la falta de práctica y de filo), pero me resultó rápido y me ahorré bastante el ruido, salvo por algunos chirridos. De paso hice un poco de ejercicio, porque la tracción manual también requiere de energía y se me cansaron manos y brazos. Vi un par de videos para ver cómo se afila, por ejemplo este:
Acá está el estante en su estado original, con bastantes rayones y el barniz oscuro que no deja ver la veta.
Debajo ya se puede ver la madera.
El resultado junto con las responsables: la rasqueta y la prensa G.
Para elegir con qué darle una terminación probé con aceite de lino, aceite mineral (vaselina) y con impregnante lasur cristal sobre la parte inferior del estante, y opté por este último.
Primero apliqué una mano de lasur cristal con aguarrás al 50%, según las instrucciones del envase. Luego le di dos manos de lasur al 100% pero no terminaba de absorber en algunas zonas y quedaba una superficie desprolija y un poco rugosa al tacto. Le di una tercer mano muy cargada en los lugares problemáticos, y finalmente una cuarta mano para emparejar. Hubiese preferido una terminación más satinada, menos brillante.
El estantecito quedó mejor porque está hecho de una sola pieza y en su vida previa recibió menos rayones. La tapa muestra diferencias entre las dos maderas que la constituyen y también huecos o imperfecciones. El resultado final me dejó satisfecho.
Contame algo...